Top Gun Maverick.

Era el año 1986 cuando Top Gun se estrenó en los cines. Yo era una adolescente y me enamoré perdidamente de esa película. Creo que les pasó lo mismo a muchos jovencitos de esos años. El cabello rubio de Kelly McGillis, la chaqueta bomber de Tom Cruise, la camiseta blanca sobre los jeans, los Ray Ban se convirtieron en un mito para copiar y sentirse exitosos.

Está claro: ninguna chica se convirtió mágicamente en Kelly McGillis ni ningún chico en el inimitable Cruise, pero Top Gun nos enseñó a soñar, a volar con la imaginación. Creo firmemente que alimentar la ambición y la capacidad de aspirar a algo es fundamental a esa edad. Personalmente he vuelto a ver Top Gun al menos 15 veces más durante mi vida y esa película siempre ha logrado devolver, intactas, todas las emociones de la primera.

Ahora, 36 años después, Maverick está de regreso en la gran pantalla y en nuestra vida, crecido como nosotros. Bueno, para ser sincera, mucho mejor que la mayoría de nosotros. Es inútil preguntarse por qué o cómo es esto posible pero Cruise, aparte de algunas arrugas, es exactamente ese Maverick que nos clavó a la silla en 1986. Y, como si fuera poco, toda la película tiene el mismo poder de su protagonista.

¿Se parece “Top Gun Maverick” al film original? La respuesta es un rotundo sí, pero de una manera tan sorprendentemente brillante que nos deja boquiabiertos y con las emociones alborotadas. La sabiduría con la que muchos elementos clave se han retomado tal como estaban (ejemplo: la mayor parte de la banda sonora más una nueva entrada escalofriante firmada por Gaga) y otros se han modificado es de gran ovación. Nada más que la fórmula perfecta.

Que “Top Gun Maverick” sea vuestra primera vez o una secuela largamente esperada poco importa. Os enamorará ya que los que empiezan, simplemente no pueden dejar de volar, como Maverick. Y es una gran fortuna. Porque tal vez Top Gun es “solo una película”, pero nos ayuda a despegar.

Luisa Scarlata