Nuestro hogar.

Nuestro hogar (Astral City) es una película brasileña de 2010 escrita y dirigida por Wagner de Assis. El guion se basa en el libro homónimo, publicado en 1944, psicografiado por el médium Chico Xavier, bajo la influencia del espíritu André Luiz.

En Nuestro hogar, el protagonista André Luiz (Renato Prieto), nos muestra el mundo que nos aguarda tras la muerte. En una ciudad próspera y futurista, llena de vida y actividad, y organizada de un modo ejemplar, los espíritus recién llegados pasan por fases de rehabilitación y de educación espiritual bajo el control de espíritus de mayor categoría…

Estrenada en 2010, Nuestro hogar fue un éxito de taquilla: la vieron más de 4 millones de personas. Y esto, a pesar de tratarse de una película que, con todo respeto por el trabajo invertido, tiene más el aspecto de una producción televisiva, o incluso de una telenovela, que el de un largometraje pensado para el cine.

Aunque pueda sonar como una crítica, en realidad es todo lo contrario: es un gran elogio. Nuestro hogar podría ser el ejemplo perfecto de cómo, a veces, la sustancia triunfa —con justicia— sobre las apariencias. Y cuando hablamos de sustancia, vale la pena llegar al centro del mensaje, porque dejando de lado el misticismo y las creencias de cada uno, esta película brasileña ofrece una lección preciosa a través de la historia, el camino y la redención no de un vivo, sino de un muerto.

Cuando solemos decir “ya es demasiado tarde”, Nuestro hogar nos muestra que no lo es. Que en un flujo de conciencia continuo —porque esa nunca muere— siempre hay tiempo y espacio para redimirse, para comprender, para evolucionar y para regresar mejores, aunque sea en otra forma.

Nuestro hogar, pese a las apariencias, nos habla a cada uno de nosotros, recordándonos que debemos vivir mejor y —si no es posible— morir mejor. Porque al final, más allá de todas las diferencias que a veces nos separan, todos compartimos lo más básico: nacemos y morimos.

Y por eso, ¿quién no se sentiría tocado por una historia así?

Luisa Scarlata