Elvis.

Comencemos con una premisa: el adjetivo que más se ha utilizado junto al nombre de Elvis Presley es “único”. Y único significa inimitable. Así que nos gusta decirlo de inmediato: si hay un defecto en la película de Elvis es que no está Elvis.

Pero sí está Austin Butler, un joven y extraordinario actor que lo interpreta (y no lo imita, que es otra cosa) de una manera realmente sorprendente. Y está Tom Hanks (en el papel del célebre manager de Elvis): una certeza, uno de esos actores que parecen incapaces de cometer errores y que realmente no saben cómo no hacer de cada una de sus interpretaciones una pequeña obra maestra.

Butler y Hanks, Elvis y el coronel Tom Parker. Un binomio indisoluble, sin el cual el mito de Elvis no habría nacido y la persona Elvis no habría muerto - a pesar de que durante las casi 2 horas y cuarenta minutos de la película el Coronel Parker intenta desmentir esta tesis.

Sin embargo, todo está muy claro en la espléndida película de Baz Luhrmann. Tan lineal, tan tremendamente manifiesto. El nacimiento de una estrella mundial y nunca antes vista, el deslumbrante destello de los primeros años, el esplendor, la riqueza, el mito. Y luego el inevitable descenso, la incapacidad humana para soportar y manejar el peso de un éxito tan inmenso y - detrás de todo esto - el gran titiritero, un gerente obsesionado con las ganancias y dispuesto a todo por no perderlas. Incluso a apagar su propia estrella.

Cuántas otras veces lo hemos visto suceder, después. Pero Elvis fue el primero. El primero en muchas cosas, precisamente lo que hace de él una estrella única.

Lo que nos queda hoy es su legado: la música. Junto a Elvis (¿y como no podía ser de otra manera?) el verdadero foco de la película de Luhrmann. ¡Y qué sound, qué ritmo! Son muchos los personajes destacados de la música negra que se mencionan en este biopic, nombres imprescindibles para entender a fondo las raíces musicales del hombre que inventó el rock’n’roll.

B.B. King, Little Richard, Big Mama Thornton, Sister Rosetta Tharpe, Arthur Crudup, Mahalia Jackson… La intención de Luhrmann es muy clara: no se puede rendir homenaje al gran rey blanco sin celebrar la maltratada cultura negra que tanto influyó en él.

Elvis se ha ido, pero su huella es inmortal y tenía que ser celebrada. Precisamente como Luhrmann - junto con Butler y Hanks - ha sido capaz de hacer.

Luisa Scarlata