Blood Red Sky.

Blood Red Sky nace de la mano de Peter Thorwarth en el auge de una pandemia mundial. El director basa la historia en el mismo fenómeno, combinando fantasía y realidad en la gran pantalla. Aunque de carácter inverosímil, el timing del estreno es impecable, presentando una serie de situaciones con las que la audiencia sin duda empatizará.

Blood Red Sky sitúa su trama principal en la relación entre una madre, Nadja (Peri Baumeister) y su hijo Elias (Carl Anton Koch). Ambos embarcan en un avión con la esperanza de encontrar respuestas a la extraña enfermedad de la madre, pero la nave sufre un ataque terrorista que pone en peligro la vida de todos los pasajeros. Estas circunstancias obligan a Nadja a proteger a su hijo y a dejar que la enfermedad controle sus acciones cada vez menos humanas.

Aunque una película de acción a bordo de un avión no sea especialmente novedosa, Blood Red Sky juega con la época en la que vivimos y en lo peligrosa que puede llegar a ser la propagación de un virus. La actuación de Carl Anton Koch es increíble, sobre todo el reflejo del intrincado vínculo con su madre. Además, el espacio en el que se desarrolla la acción es esencial para crear una atmósfera claustrofóbica, en la cual ambos deben sobrevivir a los peligros del avión sin salir del mismo. La ausencia de un elemento diferencial palidece frente a las similitudes con el periodo actual, ganando al público en más de una escena.

En conclusión, una película absolutamente disfrutable aunque no sea una obra maestra. La recomendamos.

Julieta Rueff